El otro día, mientras mis alumnos de 2º bachillerato A hacían un examen sobre La Guerra Civil Española y dada la placidez con que transcurría la tarde escribí unos versos relacionados con la "pregunta del millón" en los momentos previos al examen, y que son los que siguen:
Con el calor de la tarde
pienso que el tiempo
se me acabará y no podré
escribir más.
Voy a aprobar este examen,
es el objetivo
que me planteo para hoy.
Llevo varios días
que apenas pienso en otra cosa.
¿Qué me caerá?
Subo la escalera
de la Casa Grande,
no me acuerdo de nada,
pero cuando doy la vuelta a la hoja
mi cabeza comienza a bullir y
las palabras fluyen
de mi memoria,
la tinta del bolígrafo
resbala sobre el papel
y se queda pegada allí.
Pasa un buen rato,
toca el timbre,
la suerte está echada,
entrego y me salgo,
bebo un poco de agua
y tranquilo
me marcha a mi casa,
a esperar otros días
y otras hojas de papel
que habré de rellenar,
y cuando dentro de poco
acabe esta etapa
me acordaré de muchas cosas
que encontré en el camino
de este curso agobiante
que me acerca al futuro.
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